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Galería de Sucesos
Episodio perdido del Chavo del 8: LOS FOTOGRAFOS

Episodio perdido del Chavo del 8: LOS FOTOGRAFOS

 

«No, me estoy lavando los ojos de adentro para afuera»

Chavito.

 



Primera Cortina: Es un Parpadeo ¿Qué puede salir mal? Bueno… todo.



POR MAURICIO ANGELES

Porque esto es un hallazgo digno de ser mencionado, el episodio perdido de una bonita vecindad en alboroto y Don Ramón con una cámara de cajón cayendo del tripie a cada rato, probando suerte de nuevo en el noble – y complicado – arte de la fotografía. 

Desbloquearemos recuerdos. Los que podamos.  Don Ramón, ese eterno soñador de negocios improvisados, ahora como fotógrafo ambulante, armado con una cámara antigua que parece tener la misma estabilidad financiera que él. Frente a él, una clientela poco exigente, pero altamente caótica: Kiko posando como si fuera estrella de Hollywood, el Chavo con una habilidad innata para interrumpir el momento perfecto, y Doña Florinda lista para dar una bofetada al menor indicio de desorden.

¿Estás prestando atención? 

Este episodio perdido, transmitido una única vez en 1974 y recuperado ahora como un tesoro de la lost media, nos devuelve a la esencia de la vecindad. Porque El Chavo del 8 no solo era comedia, era un retrato en formato 4:3 de la vida misma: con carencias, enredos y carcajadas sinceras. Todos los que tenemos esta edad mediana, esa edad interesante, lo sabemos.

Piénsalo: la fotografía y la memoria funcionan igual. Un flashazo, un instante, y ya está. Solo queda el recuerdo. Como aquel episodio que vimos en la televisión en vivo o en sus repeticiones, o también en las historietas y que, aún quedaba algo por mostrar, recordar y vivir.

Y ahora que ha vuelto a la luz, es como encontrar el juguete de la infancia en un cajón olvidado: un golpe de nostalgia que nos recuerda que hay cosas que nunca desaparecen del todo.

 



Segunda Cortina: Una diapositiva que alguien olvidó pasar



Don Ramón con su cámara es la metáfora perfecta de lo que fue El Chavo del 8 – el intento de capturar la vida con todas sus imperfecciones, sabiendo que, aunque la foto salga chueca, lo que importa es la historia detrás –

Pensemos en la vecindad: un lugar donde las reglas del tiempo y la lógica se doblaban como un reloj de Dalí. Aún la gente afirma – Mi México Mágico –  . Nadie envejecía, el alquiler nunca se pagaba, y el Chavo siempre quería una torta de jamón. Pero ahí estaban, atrapados en un loop eterno de risas y regaños, ante el programa con mas repeticiones en Latinoamérica de la historia.

Este capítulo perdido es una de esas diapositivas rescatadas. Un fragmento de infancia devuelto a quienes recuerdan un episodio similar. Porque sí, se repitieron muchos sketches, y hasta con nuevos personajes con las mismas tramas, cosa que no importaba y tal vez la vecindad solo existía en un foro de grabación, pero su magia sigue revelándose en cada nueva generación que la descubre.

Y es que El Chavo del 8 nunca dependió de efectos especiales ni de guiones complicados. Era el ingenio puro del Shakespearitou, Bastaba un patio polvoriento, una torta de jamón y un puñado de frases que, por alguna razón, siguen funcionando 50 años después.

Tal vez por eso nos emocionamos con hallazgos como este. Porque más allá del episodio, de sus mejores personajes, lo que encontramos es una excusa para recordar que la televisión de antes tenía la capacidad de ser inmortal, sin necesidad de alta definición.

Así que, si no has visto este episodio perdido, no te preocupes. La vecindad siempre ha estado ahí, esperando a que alguien vuelva a encender la televisión. Y si Don Ramón pudo ser fotógrafo por un día o dos.

 

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