Técnica de Time Slice: El tiempo en fragmentos

Photography Dan Marker-Moore

“El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego.”

— Jorge Luis Borges.

POR MAURICIO ANGELES

Imagina que puedes sostener el tiempo en tus manos, como quien parte una mandarina en gajos y descubre en cada matiz, colores, tiempo y luz. Eso es, en esencia, lo que hace la técnica Time Slice: cortar el día en rebanadas, apilarlas y servirlas en un solo encuadre calculado.

La idea es simple: tomas una serie de fotos desde el mismo punto mientras el sol tiene su rutina diaria.

Primero, la luz dorada del atardecer se desliza entre edificios o montañas; luego, los tonos naranjas se funden con el azul violáceo del crepúsculo, hasta que finalmente la noche extiende su manto estrellado. Todo en un abanico visual donde cada franja es un gajo del tiempo, de luces atrapadas en una imagen estática.

Lo curioso es cómo esto juega con nuestra percepción. El ojo, acostumbrado a que el tiempo fluya en línea recta, de pronto se encuentra con un collage de momentos que desafían la lógica. Es como si alguien hubiera pintado con el sol y la luna al mismo tiempo, como si el reloj hubiera decidido tomar un descanso y dejar que el cielo contara su propia historia.

Una charla entre amigos: “Te veo. Te entiendo. Te atesoro.”

Estéticamente, el Time Slice es un festín para los sentidos. Su paleta de colores no sigue las reglas de la realidad, sino las de la memoria: esos atardeceres que creemos recordar de un solo vistazo, aunque en realidad hayan ocurrido a lo largo de horas. Hay algo profundamente nostálgico en ver la luz y la sombra fundirse en un solo suspiro visual. Quizás porque nos recuerda que cada momento es efímero, pero juntos pueden crear algo eterno.

– 000 –